Socio: Savera

Socio: Savera

Savera sobrevivió dos veces a la tuberculosis y se unió a una organización de voluntarios para concienciar sobre la enfermedad.

“Hace seis meses enfermé de tuberculosis, pero no pude recibir tratamiento durante tres meses, cuando ya estaba muy enferma. Me habían hecho varias pruebas de tuberculosis, pero todas habían dado negativo. Sin embargo, sabía que era tuberculosis porque hacía cuatro años yo también la había tenido. Es lo que tiene la tuberculosis, que aunque la contraigas una vez y te mejores, puedes volver a contraerla. La tuberculosis es muy contagiosa. No tengo ni idea de quién me la contagió, pero viajo a menudo en un combi (autobús público pequeño) en el que estamos hacinados durante una hora más o menos. A menudo, otras personas del autobús tosen y estornudan. Quizá estén resfriados. Tal vez tengan algo más grave. Pero la tuberculosis se contagia tosiendo y yo respiro ese mismo aire durante una hora…

También soy voluntaria de MUKIKUTE. Trabajamos con APOPO y ayudamos a las comunidades a comprender la TB. El estigma proviene de la falta de educación. A menudo, las personas que tienen TB también tienen VIH y eso es lo que realmente asusta a los demás. Piensan que estar en la misma habitación o darles la mano les transmitirá el VIH. Todos los voluntarios de MUKIKUTE hemos tenido TB alguna vez y somos la prueba viviente de que si te haces las pruebas y empiezas el tratamiento lo antes posible, sobrevivirás. La TB es curable, ¡nadie debería morir! El problema es que a menudo las clínicas no tienen personal suficiente o utilizan equipos anticuados. Esta es la tragedia, porque la gente llega a la clínica sólo para que le den un diagnóstico inexacto.

El mundo tiene que despertar a la TB y empezar a abordarla adecuadamente. Pero es interesante cuando le cuento a la gente lo que hago. Piensan que mi trabajo es muy peligroso. A menudo, en privado, las mujeres vuelven a pedirme consejo porque sospechan que alguien de su familia está enfermo, pero no quieren ir al médico por el estigma.

Cuando enfermé por segunda vez fue más grave que la primera y empecé a tener mucho miedo por mí y por mi hijo. ¿Quién cuidaría de él si yo muriera? Tiene dieciocho años, pero no ha podido encontrar trabajo y le mantengo vendiendo ropa y bocadillos en la calle. Al cabo de un tiempo me puse demasiado enferma para salir de la cama y fue entonces cuando empezamos a tener miedo. No sólo de que me muriera, sino de que no entrara dinero.

Pero mi muestra había sido enviada a APOPO, que utiliza ratas que pueden oler la TB. La encontraron en mi esputo y APOPO confirmó la TB utilizando equipos avanzados. Cuando me enteré, no podía creer que hubiera ratas implicadas. Es como ir a un brujo.

Ni que decir tiene que estoy encantada de seguir aquí. Capaz de mantener a mi familia y ayudar a otras familias como la mía. Por desgracia, según mi experiencia, las mujeres se enfrentan a menudo a un mayor estigma y discriminación por la TB que los hombres. Debemos seguir implicando a las mujeres de las comunidades afectadas y acabar con el estigma de la TB mediante la educación.”


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