“Tengo 64 años y mi nieta Nasra, de ocho años, sobrevivió hace poco a la tuberculosis gracias a APOPO. Había empezado a toser y a sudar, y sospeché que era tuberculosis porque conozco a mucha gente que la ha padecido. Su médico le dio antibióticos para un virus, pero al cabo de dos meses había perdido tanto peso que me preocupé mucho. Sus padres están separados y su madre trabaja para llevar comida a nuestra mesa. Así que me tocó a mí conseguirle ayuda a Nasra.
Para hacernos la prueba de la tuberculosis en el dispensario más cercano tuvimos que coger un mototaxi que tardó 2 horas y cuesta 3.000 chelines tanzanos (1,25 $) por trayecto. No nos sobraba ese dinero, pero tuvimos que reunirlo. Sin embargo, la prueba dio negativo, así que volvimos al principio. Nasra siguió empeorando y la sacaron de la escuela, en parte porque otros niños y padres empezaron a discriminarla. En algunas partes de Tanzania, la TB se malinterpreta y se trata mal a la gente por ello. Fuimos tres veces a la clínica y todas las pruebas dieron negativo. Ahora había perdido mucho peso y estaba muy débil. Estábamos desesperados.
Entonces nos llamaron de la clínica y nos dijeron que habían enviado su muestra a una organización llamada APOPO para que le hicieran más pruebas. Utilizan ratas que pueden oler la TB en las muestras. Sospecharon que había TB en la muestra de Nasra y APOPO utilizó otras pruebas para confirmarlo. ¡Tenía tuberculosis!
Nasra siguió directamente el tratamiento y ahora está mucho mejor. Ha ganado peso y energía y ha vuelto a jugar. Me da miedo pensar qué habría pasado si APOPO no la hubiera examinado. Muchas gracias”.
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