Rashidi se unió a un grupo de voluntarios de la comunidad para ayudar a concienciar sobre la TB.
“Soy miembro de MUKIKUTE, que forma parte de MKUTA, desde hace nueve años. Somos un grupo de voluntarios que hemos padecido tuberculosis (TB) y hemos sobrevivido. ¿Por qué no habríamos de hacerlo? La TB es curable y, sin embargo, sigue matando a miles de personas en Tanzania cada año.

Hay dos razones principales para ello. La primera es la falta de acceso al diagnóstico. A menudo, las personas se encuentran demasiado lejos de una clínica de TB y tienen gastos que pagar. Los gastos de transporte son considerables y a veces tienen que pasar hasta tres días dando muestras y volviendo para el diagnóstico, por lo que tienen que ausentarse del trabajo y buscar un lugar donde alojarse. En países de renta baja como Tanzania, no muchos de nosotros tenemos bajas por enfermedad o gastos cubiertos por nuestro empleador, ¡incluso si tenemos uno!

El estigma también es un factor. Existe una gran relación entre las personas que tienen VIH y las que tienen TB. Ambas enfermedades siguen siendo mal entendidas por el público y mucha gente sigue pensando que una u otra, o ambas, son sentencias de muerte. Todavía es frecuente encontrar personas que piensan que un apretón de manos con alguien que vive con el VIH les infectará. También los empresarios discriminan a las personas con VIH o TB. Pueden pensar que su empleado enfermo no rendirá bien. Irónicamente, esto suele ocurrir cuando la gente se retrasa en ir a hacerse un chequeo y recibir tratamiento.

La otra razón principal de la enfermedad y muerte por TB es la falta de un diagnóstico preciso. Tanzania utiliza habitualmente la microscopia de frotis de esputo en las clínicas, donde el líquido que se expulsa de los pulmones al toser se examina con un simple microscopio en busca de signos de bacterias de la TB. Dependiendo de cuántas bacterias haya, de la habilidad del técnico y del nivel de calidad técnica del laboratorio, este método sólo tiene una precisión del 20-60%. Muchas personas acaban yendo y viniendo a la clínica, enfermando más, contagiando la TB a otras personas y, aun así, no se les diagnostica correctamente. Es un círculo vicioso.

Los voluntarios de MUKIKUTE intentan mejorar esta situación. Nos reunimos con la gente en la clínica y les enseñamos cómo dar buenas muestras de esputo, de los pulmones. Esto mejora el recuento de bacterias. También impartimos sesiones de sensibilización tanto en los dispensarios como a nivel comunitario, para reducir el estigma y explicar cómo evitar la TB o la importancia de hacerse un chequeo precoz; si coges la TB en las primeras fases, normalmente puedes curarte.

Por mi parte, también hago algunas visitas a domicilio. A personas que quieren mantener su enfermedad en secreto. Les ayudo a ir a la clínica para hacerse las pruebas y les llevo el tratamiento. Cuando se recuperan, algunos de ellos, como nosotros en MUKIKUTE, ven la importancia de ser abiertos sobre la TB para ayudar a los demás. Y se convierten en puntos de contacto, en consejeros para su comunidad. Eso es muy satisfactorio. Necesitamos toda la ayuda posible para luchar contra la TB”.

